Hoy, más que nunca, creo que se puede hacer magia con una guitarra o un teclado. Roger Hodgson no necesitó más que esto para emocionarnos con canciones que han sobrevivido varias décadas y soportado modas e, incluso, la marcha del músico inglés de su banda, Supertramp. Un desnudo escenario parece grandioso cuando se llena de tanto talento. Camisa blanca, melena al viento y todo el calor del mundo para dirigirse al público. Si a esto le sumanos canciones como "Give a little bit", el resultado es claro: nudo en la garganta y ojos empañados, además de una sonrisa que aún perdura. El broche perfecto para un día que comenzó con una muy buena noticia. Mi instinto no se equivocaba.
Esperar a nadie debajo del reloj contar las estrellas una noche de verano echar afrodisíaco los domingos en la paella embalar en una caja año y medio de relación.
Irse a Alemania un invierno a currar decirle a las beatas que van a ir al infierno salir a bajar la basura en alpargatas emborrachrse la víspera de selectividad.
Regalar por un cumpleaños la placa de una calle fumarte el primer cigarro el día mundial sin tabaco desear que en la vida real Quimi se enrolle con Valle leer con avidez la crónica urbana del tío Paco.
Aprender a abrir las puertas con una horquilla declarar en un juicio como testigo cambiar el cromo de conmigo por el de contigo a una colegiala con falda en la Alamedilla.
Angustiarse por lo que no fue y pudo haber sido regalarle a una china una rosa de las que vende ponerle velas de quinientas pelas a Cupido terminar de una vez la historia de Michael Ende.
Tratar a las camareras con educación aguar la vida si está demasiado salada mear con la tapa bajada en los bares que tienen reservado el derecho de admisión.
Soñar con los abdominales de Jesuscristo vender poesías a veinte duros en el metro escuchar a bronquíticos ejecutar sinfonías jugar al veo-veo observando sin ser visto.
Ignorar cuál es el momento ideal para besar pedir en los kioscos caramelos "melaempine" llorar solo en la última fila del cine saber que son camellos Melchor, Gaspar y Baltasar.
Mirar a un vecino fijamente en el ascensor acudir en masa a los psicoanalistas argentinos creerte tan malo como "El Lute" o Antonio Anglés cuando inocentemente mangas los cascos del Auto-Res.
Hacerse ginecólogo como tributo a las mujeres procurar que no se extinga la palabra "cubata" comprobar que la bomba de sodio-potasio no mata ir a clase sin haber hecho los deberes.
Aumentar la letrar pequeña de los contratos amar al amor sobre todas las cosas curar los ardores del alma con bicarbonato desear que vuelvan los días de vino y rosas.
Llamar a la Policía si la luna no mengua suprimir de nuestras vidas cualquier tipo de horario tener de libro de cabecera el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua.
Presidir una cofradía de laringectomizados comer ajo sin importarte un carajo el aliento considerar el primer beso como un sacramento sentirse como en la carretera un perro abandonado.
Desconocer qué es el estómago y qué la barriga robar en el Dia cuarto y mitad de autenticidad comprobar que el amor de una noche calienta, no abriga ser solidarios como prometimos en Navidad.
Enamorarse de tu profesora de literatura echarle un billete a los cantautores callejeros arbitrar un partido de casados contra solteros tocar en un grupo que se llame "Amargura".
Deleitarse con el tacto de unas bragas elásticas asistir como ponente a una conferencia sobre nada reírse de la ignorancia de los que pintan esvásticas conocer a una madrina que a la vez sea hada.
Cocinar con aciete corporal de los gladiadores arrebatar la inocencia a las jóvenes adolescentes averiguar si alguien se deprime con lo deprimente dilucidar qué años de la vida fueron los mejores.
Arropar a los alcohólicos cuando tiritan tatuarte el nombre de la mujer de tu vida dudar de los "te quiero" de las despedidas rebajar el whisky con agua bendita.
Manifestarse para que los poetas cobren paro descubrir con Almodóvar el sexo femenino experimentar la crueldad del desamaparo perseguir a Eva de los Andes a los Apeninos.
Buscar la felicidad en el fondo de los vasos irse de Erasmus al país de las maravillas quedarse en los huesos por no digerir los fracasos arrodillarse ante el milagro de las lentillas.
Pasar de esperar y tomarse la vida pr asalto hasta que te hagan morder por pimera vez el asfalto resignarte ante el "sigue buscando" de la vida hacerle a los difuntos llamadas perdidas.
Subir al monte de Venus de tu geografía pedirle a la más fea que te conceda este baile morir de una sobredosis de melancolía leerse el Lazarillo escrito en braille.
Desatar un orgasmo múltiple con un verso escribir a un viejo amigo cada 20 de abril ir por equivocación a un teatro a ver un vodevil pensar que importas respecto a todo el universo.
Pegarle un tiro en la nuca a la soledad ignorar a los que creen que la sal es azúcar haber escrito este "cosas que hay que hacer" con toda mi humildad.
Hace siete años que leí este texto por primera vez. Hoy saqué el papel de periódico amarillento que entonces guardé para acordarme el resto de mi vida de estas cosas que hay que hacer. El autor firmaba como Adán. Seas quien seas, gracias.
Situaciones surrealistas a 500 kilómetros del concierto que anoche dio este señor. Milanés desgranaba lo mejor de su repertorio mientras revelaciones, noticias y personajes ilustres se cruzaban en mi camino. Las claras del día no trajeron, precisamente, claridad al asunto y, por una vez y sin que sirva de precedente, me retiré a tiempo. Las cosas extrañas siempre pasan por la noche. Las mágicas también.
Porque hoy necesitaba una canción que me devolviera la sonrisa. Y ésta lo ha hecho. Qué grande es Luis Ramiro, capaz de resumir uno de los enigmas de la humanidad en cuatro minutos.
Una noticia ha salvado mi día. Quique González vuelve por mi tierra en septiembre. Apenas han pasado tres meses desde el anterior concierto. 80 y pico días raros; felices y meláncolicos; emocionantes y rutinarios; locos y reflexivos. Como siempre, un poco bipolar. Parece que ha pasado más tiempo porque ha sido intenso. Idas y venidas, visitas a nuevos lugares y a los de siempre. Y, ahora, todo es polvo en el aire porque es en la materia que nos envuelve donde gira mi vida. Quizás la espiral se detenga en septiembre.
Canción veraniega de los grandes entre los grandes que nace de un juego de palabras (parecido fonético entre Jamaica y Did you make her?, en referencia a un chiste de la época). Turno corto, un día para el descanso. Amigos con mal de amores aunque lo disfracen de diferentes modos, parece que el verano revoluciona las hormonas y los corazones. Me gusta esta canción porque es divertida y siempre viene bien después de un atracón de melodías aliñadas con letras profundas. Se la recomendaré a mis amigos para que cambien los suspiros amorosos por sonrisas. Hay libros de instrucciones para todo menos para lo verdaderamente importante.
A veces, me tomo demasiado en serio. Por suerte, dura poco y, en un abrir y cerrar de ojos, regreso a la filosofía de Sabina. No importa la cantidad de tiempo, sino la calidad y nunca sabemos cuando nos van a sellar el billete de vuelta. A veces, deseo con todas mis fuerzas ser una persona formal. Pero yo, como don Joaquín, no tengo ningún interés en comprar esas pastillas. Así que los propósitos de enmienda se quedan guardados en el cajón.
La vida está llena de paradojas. Llamar a tu blog "Érase una voz..." y quedarte afónica, por ejemplo. La Semana Negra ha echado el cierre, el mes encara la recta final y la línea del horizonte está difusa. Hablando de todo un poco, es curioso observar los salvapantallas ajenos. Unos tienen fotos de familiares, grupos favoritos y diversos iconos sexuales. Los más aburridos tienen el logo de Windows; los padres recientes, las de su retoño, y los frikis utilizan a los héores de cómic para decorar su pantalla. Yo contemplo la belleza de mi playa al anochecer cuando abro esta ventana al mundo.
Hay momentos únicos, preciosos y memorables. Hay momentos en los que no me gustaría estar en ningún otro sitio. Arena en los pies, cerveza en mis manos y esta canción en mis oídos. Perfecto.
Entre aspirinas y gominolas ha discurrido el día. Me pierdo los conciertos del Boss, será en otra ocasión. Una canción llena de luz para afrontar el ecuador de la semana. Encuentro motivos en los nombres de las calles y en los crucigramas, pero no sé si serán suficientes.
Sólo tú eres el culpable de traicionarte a ti mismo. Me gusta esta canción porque llama a las cosas por su nombre. La vida está llena de colisiones, pero no todas son insalvables. Pero como todos los golpes, duelen. Aunque, quizá, lo peor es que dejen de doler. El signo de interrogación sigue dibujado en mi espalda. ¿Las cosas buenas se hacen esperar? ¿O la incertidumbre es la antesala de la agonía?
La ventana de la habitación abierta para aliviar el calor estival y Silvio, de fondo. Porque su voz y su guitarra me producen, de manera instantánea, una sensación de paz. En la muda televisión, los ojos de Gael García Bernal, de un color imposible, llenan la pantalla. Aunque renovada tras un baño en el mar, las incertidumbres no dan tregua a mi cabeza. Menos mal que existen canciones como ésta y días de verano para cambiar el rumbo.
Canción que huele a verano y a mar. Este señor en mi mp3 y la playa. Primer baño de la temporada, que ya es hora. Un día de éstos, tendré que aprender a retirarme a tiempo.
And when my mind is free You know a melody can move me And when I'm feelin' blue The guitar's comin' through to soothe me Thanks for the joy that you've given me I want you to know I believe in your song Rhythm and rhyme and harmony You help me along makin' me strong.
Pocas cosas hay mejores que escuchar una canción que te remueva por dentro. Y cuando te metes un atracón, el alma brota a borbotones y las lágrimas se confunden con el líquido que rellena los vasos.
Iba a comenzar este post diciendo que la moneda no siempre cae de cara. Pero hoy la espiral me ha perseguido más que nunca y ahora sólo puedo pintar un signo de interrogación gigante. Y aquí estoy, en la intersección, un lugar nada cómodo para pasar los días. Porque miro al vacío y siento vértigo. Eso de no pensar nunca se me ha dado bien.
Una comprende que se ha hecho mayor cuando comienza a leer el periódico por la página 2. Estas cosas siempre llegan de golpe, a menudo envueltas en una circusntancia desagradable. Los años pasan y, de pronto, un día te das cuenta de que tomar decisiones es difícil, incluso doloroso, porque cualquier elección tiene repercusiones. Pero crecer también te da una dosis extra de valentía, como si de un videojuego se tratase. Armas para protegerse en las situaciones de riesgo. Y ese arrojo que se adhiere a nuestra piel nos lleva, en ocasiones, a lanzarnos al vacío. Hoy seré kamikaze, aunque no enamorada como canta Quique. Eso sería demasiado para un solo día.
A veces, las mejores cosas no se rigen por las leyes de la lógica. No es bueno ni malo, sólo que la vida suele escaparse de las formulaciones científicas. En estos casos, las ecuaciones no sirven para despejar las incógnitas. Habrá que buscar un método adecuado.
Hoy podré dormir un poquito más, dar un paseo por mar abierto y beber vino blanco en la comida. Hoy comienza el fin de semana y estoy de buen humor. Todas las cosas tienen su momento y las etapas tienen que cerrarse con una sonrisa. Más allá, incertidumbre y, por primera vez en mi vida, no me importa. Tal vez sea porque es verano o porque he desconectado durante casi un mes. O, quizás, cumplir años sirva para algo más que para soplar velas y que te hagan regalos. Y, como los dados al caer, la suerte puede venirme de cara o escapárseme de las manos. Y la única forma de averiguarlo es jugando.
Puede que sea cierto eso que dice Paulo Coelho en El Alquimista: "Cuando una persona desea realmente algo, el universo entero conspira para que pueda realizar su sueño". Tomas una decisión, tiempo después dudas pero un comentario, trivial en apariencia, te lleva a reafirmarte en tu postura inicial. Y ahora sí, toca pasar la página. Así que atesoro todas esas frases lanzadas al mundo por escritores, músicos, filósofos e, incluso, por la sabiduría popular que te empujan a dar un paso adelante. Me repito que "quien no apuesta, no gana" o que "no puedes ganar hasta que no tengas miedo de perder". Ingrid Betancourt ha recuperado su libertad y, así, el mundo no parece tan malo. Aunque sea por un día.
Consumido el primer día de julio. El tiempo vuela y se cuela por mis costados. Y ha llegado, aunque tímidamente, el sol. Quedan muchas tardes en terrazas, comidas en el campo y chapuzones en el mar. Acabo de aterrizar y ya he vuelto a rellenar el calendario con las citas más importantes, que no son las de trabajo. Hoy me decía una amiga que nos hacemos mayores y parece que sólo nos damos cuenta cuando algún conocido nos anuncia su boda o su próxima paternidad. Los años pasan aunque no queramos, pero existen muchas maneras de afrontar ese transcurrir de la arena que está dentro de nuestro reloj. Chaouen escribió una vez que "la vida son cosas que pasan cerca de la piel" y no puedo estar más de acuerdo. Así que sólo merece la pena concentrar esfuerzos en aquello que nos estremezca y nos haga sentir, pero sentir de verdad y no esas sensaciones artificiales que muchas veces confundimos con sentimientos.
Por eso me gusta que el corazón se me acelere cuando oigo una canción que me gusta en el momento más inesperado. O recibir una llamada de algún amigo que está lejos. O irme a recorrer mundo con mi grupo de locos favoritos. O beber un vaso grande de zumo de naranja mientras leo la prensa y mis blogs preferidos cada mañana. O escribir una bitácora al aire para juntar palabras por placer, aunque estas líneas lleguen a los destinatarios más insospechados, y saber que nadie entenderá el verdadero significado de muchos de los párrafos que llenan este rincón virtual porque sólo tienen sentido para mí. Me gusta tanto tanto esta canción...
"They don't even know what it is to be a fan. Y'know? To truly love some silly little piece of music, or some band, so much that it hurts". Sapphire ("Casi famosos")