Consumido el primer día de julio. El tiempo vuela y se cuela por mis costados. Y ha llegado, aunque tímidamente, el sol. Quedan muchas tardes en terrazas, comidas en el campo y chapuzones en el mar. Acabo de aterrizar y ya he vuelto a rellenar el calendario con las citas más importantes, que no son las de trabajo. Hoy me decía una amiga que nos hacemos mayores y parece que sólo nos damos cuenta cuando algún conocido nos anuncia su boda o su próxima paternidad. Los años pasan aunque no queramos, pero existen muchas maneras de afrontar ese transcurrir de la arena que está dentro de nuestro reloj. Chaouen escribió una vez que "la vida son cosas que pasan cerca de la piel" y no puedo estar más de acuerdo. Así que sólo merece la pena concentrar esfuerzos en aquello que nos estremezca y nos haga sentir, pero sentir de verdad y no esas sensaciones artificiales que muchas veces confundimos con sentimientos.
Por eso me gusta que el corazón se me acelere cuando oigo una canción que me gusta en el momento más inesperado. O recibir una llamada de algún amigo que está lejos. O irme a recorrer mundo con mi grupo de locos favoritos. O beber un vaso grande de zumo de naranja mientras leo la prensa y mis blogs preferidos cada mañana. O escribir una bitácora al aire para juntar palabras por placer, aunque estas líneas lleguen a los destinatarios más insospechados, y saber que nadie entenderá el verdadero significado de muchos de los párrafos que llenan este rincón virtual porque sólo tienen sentido para mí. Me gusta tanto tanto esta canción...
María La Portuguesa - Marazu
Hace 12 horas
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