Las mejillas rojas por el sol. El madrugón mereció la pena y, ahora, siento un cansancio dulce. En días como éste, se hace mucho más llevadero comenzar una nueva semana, sobre todo cuando esos siete días te acercan un poco más a las vacaciones. Precioso bosque lejano. Una clara de cerveza en una terracita soleada (¡por fin!). Cuánta buena gente. Qué suerte la mía, aunque a veces, probablemente demasiadas, me olvido de todos esos pequeños grandes momentos que iluminan mis días. Para finalizar la jornada campestre, nada mejor que llegar a casa y darse una ducha tibia para relajarse. Y, ahora, una canción como ésta. Mañana tendré agujetas, el único dolor que se puede soportar con una sonrisa en los labios cuando es un efecto secundario de algo divertido. Mayo, al fin, mayo.
María La Portuguesa - Marazu
Hace 22 horas
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