El surrealismo me persigue, pero yo corro más deprisa. Aunque no estaría mal un día de calma, para variar. Mira que pensaba que estábamos en primavera y resulta que por aquí es temporada de huracanes. Si al menos fueran rabos de nube... De los de Silvio, claro. O lluvias torrenciales, a cántaros, de las que pronosticaba Guerrero hace ya 36 años. Esas aguas claras que limpiarán la plaza de Ismael. O mejor, que llegue un vendaval desde Vejer. En ese caso, las rachas de viento serían bienvenidas. Y ya no me importaría que el salitre me bañara.
Adictiva, preciosa y sin errar el tiro.
María La Portuguesa - Marazu
Hace 22 horas
2 comentarios:
yo vivo inmerso en el surrealismo
saludos.
A veces es bueno, pero todo cansa. Si fuera un surrealismo como el de tus niños sería genial, pero las historias extrañas dejan de ser divertidas cuando se acerca la treintena.
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